Más de 2.000 millones de personas sufren enfermedades que se transmiten por parásitos que están en el suelo en sitios donde las condiciones sanitarias no son las ideales. 300 millones de niños en el mundo no tienen zapatos, muchos otros tienen zapatos inadecuados.
Cuando Kenton Lee estaba trabajando en Nairobi en 2007 vio a una niña con unos zapatos que le quedaban pequeños y se preguntó “¿No sería genial que hubiera un zapato que pudiera ajustarse y expandirse?”
La mejor definición de diseño es la de solucionador de problemas. Con la ayuda de un diseñador de una reconocida marca de calzado crearon un mismo zapato que puede utilizarlo un mismo niño durante 5 años, se expande hasta 5 tallas.
Así nació el proyecto solidario The Shoe That Grows “El zapato que crece”. Un proyecto que se basa en lo que Kenton llama “practical compassion” (compasión práctica).
Sus materiales están concebidos para que sean duraderos. Un diseño, una simple idea, que puede mejorar la calidad de vida de muchos niños desfavorecidos.
Lo cierto es estaría bien que se comercializaran en todo el mundo, que dejásemos de comprar zapatos con obsolescencia, programada no pero sí sabida. Consumimos zapatos para niños que dejan de ser útiles a los pocos meses totalmente nuevos. Si parte de esa venta se destinara al envío de zapatos a los niños desfavorecidos mucho mejor.
Otros zapatos que crecen
Buscando si era la primera vez que alguien intentaba solucionar este problema encontré dos «zapatos que crecen» más pero con fines meramente comerciales.
1. En 2006 la empresa Inchworms diseño estos zapatos que crecen apretando un botón.
Se llegaron a comercializar aunque la web ya no está online puedes visitarla gracias a la Wayback Machine
2. Este vídeo de 2009 del departamento de medicina deportiva de la Universidad de Postdam en Alemania muestra un acercamiento más científico que resulta en un producto más caro y además diseñado también con fines únicamente comerciales. Se suponía que se comercializaría ese año pero no he encontrado más información.
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