Conectarse para desconectar

En los últimos tiempos he visto muchos “experimentos” (1, 2) de gente que desconecta de la tecnología, de su móvil, televisión, equipo, redes sociales… desconecta de Internet.

Generalmente estos experimentos además de conseguir un efecto viral concluyen en que al igual que se deja cualquier adicción superada la fase de mono se obtiene un estado de calma, tranquilidad y si lo quieres, se es más feliz.

Seguramente es el resultado de adictos, es decir, de un exceso, de una fuerte dosis de conexión. No tendría sentido hacer este experimento si sólo te conectas de vez en cuando. Es como el que deja de fumar, no es lo mismo el que fuma dos paquetes diarios que el que fuma algún fin de semana.

Vemos el mundo dicotomizado MundoReal e Internet. Si estás en uno no estás en el otro.

  • Al MundoReal se le concede lo bueno de la vida, las experiencias vitales, el contacto humano, la felicidad.
  • A Internet, salvando la necesidad laboral, se le achaca la alienación, la adicción, la tontura de perder el tiempo.

Conectarse para desconectar

Hace muy poco he sufrido una trágica experiencia que como a mi amiga Èlia me ha hecho reflexionar sobre todo esto. Mi reacción no ha sido diferente, quería desconectar de ambos. No quería hablar con nadie, ni en persona, ni whatsapp, ni redes. Llegó un momento de desconexión completa, para que haya conversación hacen falta dos. Si tú desapareces no hay conversación.

Lo curioso es que una vez que vas superando ese nudo en la garganta y te salen las palabras, te salen mejor picadas. El nudo sigue ahí pero al escribir, como pasa o pasaba con la comunicación epistolar, desenlazas nudos, los pones en orden. Escribir funciona, una carta, un diario, y también si te desahogas en Internet, en tu blog, en tus redes, la terapia funciona.

Luego pasas una fase en la que agradeces todo el apoyo pero sigues siendo incapaz de conversar, ni en persona ni en Internet. Y ahí es cuando surge el título de este post. Te conectas para desconectar. Cuando ves una película, quedas con amigos, empiezas a currar, haces deporte, etc. desconectas también. Todas esas actividades hacen que lo que te ronda la cabeza deje de martillearte. Conectas a Internet para desconectar. Una terapia igual de válida que las anteriormente mencionadas.

Puedes conectarte pasivamente o de forma activa. Probablemente esa conexión obedecerá a una jerarquía en la que vamos entrando en fases, si pensamos en redes sociales, sabes que las que más interacción tendrán pueden obligarte a hablar, desde las más asépticas como Pinterest donde probablemente no tengas que conversar hasta Twitter o Facebook donde estás más expuesto y tus contactos pueden coincidir con los del MundoReal. No es lo mismo escribir sobre tu estado de ánimo en Facebook que compartir una fotografía en Instagram. Poco a poco. Tú decides el ritmo.

Así que agradezco a Internet esa función terapéutica.

Las conversaciones vuelven luego a fluir, poco a poco, tú decides cuándo y con quien, la asincronía del email, WhatsApp, chats, comentarios, DMs te permiten elegir el momento adecuado.

Como ya he comentado en alguna ocasión, sí creo que puedes tener amigos a través de las redes, así me lo han demostrado. Gracias mil a tod@s. Amistades de fuera del MundoReal si quieres aunque ya a veces no haga tal distinción, para mi Internet forma parte de mi MundoReal, es mi oficina, mi máquina de café donde hablo con mis compañeros y amigos y mi psicólogo particular.

De hecho es el MundoReal el que no te da pausa, el que los compromisos, las normas sociales y de educación te obligan a conversar cuando aún no te apetece. Es del que a veces necesitas desconectar. Porque a veces es mejor conectarse para desconectar.

 

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